domingo, 13 de septiembre de 2009

Kenning

Me atemorizo. Recopilo y replico mis miedos. Repaso cada esquina del círculo, perfectamente circular. Cada tres semanas. Cada ciclo.
¿La luna que vuelve es la misma que la que se marchó?

Me inyecto miedo.


Es apenas un agujero. Un conector entre el adentro y el afuera, una aguja interfiriendo en la piel herida, un afuera que está adentro, que me vacía, que me hace dejar de ser quien creo que soy y que tampoco me hace ser otro. Apenas un mal agüero. Interiorizado. En ese agujero me busco y busco a los otros. A cada uno. Pero...
es más que yo...
me pierdo
y pierdo a los demás
en ramas lab
erín
tic
as
.
!
¡


Un reloj que desconoce el tiempo
marca:
otra vez el mismo miedo.
Pero esta vez es nuevo. El antiguo se gastó en su momento.
¿O es el mismo?
¿Todo el tiempo soy el mismo? (¿Cada vez es más intenso o soy yo que estoy perdiendo mi fuerza?)
¿Es natural sentirse así?
¿Es
artificial?

Se oyen lobos aullar:
son dos.
Me inyecto veneno. El veneno cambia los olores del cuerpo. Mi miedo ya no se huele, no duele, y en cambio se huele podredumbre y aliento a enfermedad.


Vuelvo a empezar:
Estoy en medio de un bosque que a veces también es un desierto con luces de neón. El bosque es un oasis. O un pulmón. No veo que haya otro ser humano.
Me reciben dos cuervos.
Sé llaman Hugin y Munin -de alguna manera lo sé-, y también sé que sus nombres en nuestra lengua significan pensamiento y memoria.




El anillo del dios de la guerra
cada nueve días
gotea ocho nuevos anillos del mismo tamaño.


Mis miedos
son interferencias
propiedades
que no me dejan oír
me propiamente
en los demás, a los demás en mí.

Me los inyecto como quien se inyecta un Dios que le permita sentirse social y naturalmente justificado. Yo, en cambio, necesito enmiedarme, para no sentir que puedo no sentir
que el umbral de una muerte /una separación/ puede ser atravesado con vida.

Me encamino hacia un árbol
donde estaré colgado ::solo:: por nueve noches y ocho días.
Aprendiendo a leer
/mi impropio miedo de mi/
las runas dibujadas en mi cuerpo.
(Sintonías y transintonías.)