jueves, 12 de marzo de 2009

Sol


Hace mucho tiempo los Conquistadores llegaron a estas tierras.

Hace mucho tiempo los dioses regionales fueron sustituidos por un dios único, como hace mucho tiempo los templos otros dioses regionales habían sido remplazados por los templos de los dioses de otros pueblos conquistadores.


Hace mucho tiempo los habitantes de estas tierras ofrecían sacrificios humanos a sus dioses, para demostrar quién tenía el poder, pero también para que la tierra siga dando frutos y el sol siga dando calor. Hace mucho tiempo se siguen haciendo sacrificios humanos a un dios único, y sus devotos -ciudadanos del primer mundo- ya no se interesan por la tierra ni la vida ni por el destino de los pobres sacrificados, porque el dios único maldijo el placer y los excesos que la vida emana, el contacto, la vena, la maravilla; a cambio de devoción incondicional (profesional) ofrece darle a unos pocos elegidos todos los placeres y los excesos que ellos mismos puedan quitar, ocultar y reprimir de otros que están por debajo (los nadies, los sacrificados, ya no en un templo, ya sin el respeto y la reverencia de quienes fueran reconocidos así sea como alimento para el Cosmos).

Hace mucho tiempo sabemos que la vida es una y única, y si gustas de llamarla así, puedes decir que es Dios y que es sagrada. Hace mucho que hay gente que piensa que la vida son los otros y que esos otros exigen el sangrado personal o el hacer sangrar en nombre de un dios, único y varón, que también es el juez supremo de los instintos que él mismo habría depositado en los seres humanos.

Hace mucho tiempo, los hombres y mujeres de estas tierras tomaban a la muerte como parte de un proceso de constante regeneración y los perros eran guías en el inframundo. Hace tiempo los extranjeros nos enseñaron a esconder la muerte bajo las polaridades de lo bueno y lo malo, donde bueno significa ser obediente y merecedor de vida congelada en la pureza (sin mezclas), y malo, en cambio, significa estar sucio de rebeldía y traición a la tradición, lo que equivale a haber contraído una enfermedad mortal... y por eso hay que actuar con responsabilidad, excluir, pues, esa enfermedad que es altamente contagiosa y que podría manchar la pureza sangrada de nuestros principios y finales.


Hace mucho tiempo los lobos educaron a los monos, y así los monos aprendieron lo que era una manada.


Hace mucho tiempo los machos exigieron a las hembras no sexualizarse si no es con un uno y único macho. El problema habían sido las herencias, las guerras y la sobrepoblación que trajeron bienes que antes no había, y si no lo hacían, si no obligaban a las hembras a conservar su castidad honorífica, jamás hubiesen podido saber quién era el verdadero heredero. Por eso las religiones se volvieron patriarcales. Hace mucho tiempo sabemos que la verdad puede provocarse a partir de las mentiras.


Hace mucho tiempo otros animales con cultura e inteligencia –la vida jamás crea un atributo una sola vez– huyeron de la compañía humana, y crearon para su gente una nueva cultura cuyo principal motivo fue esconderse de las agresiones humanas, tan humanamente civilizadas.


Hace mucho tiempo aprendimos a esconder la magia tras la brujería, y al amor le pusimos códigos de barra, códigos de raza, clase y religión.


Hace mucho tiempo los hombres aprendieron de sus padres a conquistar a sus mujeres, a domesticar a sus niños y a pensar el futuro (la herencia) en términos de evolución lineal: hay uno que está arriba y el camino hasta ser él es uno y único (jerarquías, pirámides sacrificiales).


Hace mucho tiempo los monos aprendieron a fabricar herramientas, se creyeron únicos y entonces fabricaron armas con las que convirtieron en perros a los lobos.


Hace mucho tiempo hay hombres y mujeres que saben que propagando tristeza en otros hombres y mujeres pueden conducirlos al sometimiento (sentimiento en el que me miento a imagen y semejanza de las mentiras recibidas some times).


Hace mucho tiempo los hombres trazaron una línea entre el arte y la religión, entre en el arte y la vida, entre lo sagrado y lo público. Desde entonces el arte es apenas entretenimiento y la religión una monótona empresa de repetición de esquemas que asegura que la esclavitud exista siempre y para siempre.


Hace mucho tiempo aprendimos a olvidar que el pasado no existe per se, y que todos los tiempos son el mismo cada vez... cada vez que actuamos con-formes a los tiempos que pasan.




Luna


En susurros.

No hace mucho los seres humanos (algunos) hemos aprendido a hablar.
Sin imponer.
Sin recetar.
Sin escalonar:
sin esclavizar.
Nos queda un mundo por inventar.

La libertad debe ser creada. El sexo está escondido tras la cultura del dinero, bajo los rótulos, los contratos y los apremios sociales. Libertad significa descubrirlo otra vez, re-crear su lenguaje con la piel y las ganas, con lágrimas y risas que derritan malsanos mandatos, con caricias en las heridas y las yagas, con besos auténticos que no se cobren a precio de reproches ni que sean el resorte automático del hombre que se debe ser o de la mujer que aún no encuentra su ser.

Libertad es el precio de la vida que se paga con vida. Las culpas que se escupen o se tragan son la mentira de creer en un amor uno y único, superior (escalonado) a todos las clases posibles de amores y ternuras. En nombre de ese amor, que se reclama necesario para proteger a nuestros niños indefensos, se nos obliga a sacrificarnos.
Se nos mantiene niños y se nos dice adultos.
Se nos mantiene en la tristeza y se nos inyectan sueños prefabricados.
Se nos sacrifica cada día
en impersonales gestos de civilización que sólo sirven para mistificar nuestros deseos -expresables en infinitas frecuencias y maneras- de estar vivos.


Nos queda el amor. Por verlo renacer, nuevo y eterno, en un mundo donde ya nadie se vea en el deber (orgullo) de ser la propiedad privada de nadie.


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