martes, 25 de mayo de 2010

siento...

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Comprendo que hay alguien del otro lado, de alguna manera que yo no pedí pero propicié, aprendí a ver entre las grietas de las máscaras. No nacemos con ese don. Lo aprendemos cuando el hambre nos llega al cuello. Comprendo que hay alguien
y no creo
que ese alguien pueda ayudarme.

Si me quedo solo un batallón de fantasmas encapuchados me abatalla con un silencio tan descomunal que hasta logra convertir la música en la línea plana de un electro-cardiograma. (Las puertas y las ventanas están cerradas, pero no puedo desconectar el afuera del adentro y no comprendo si todos esos fantasmas son reales o son yo mismo: están enchapuchados.) ¿Es sólamente mía esta guerra?
Intenté trazar una cartografía de mi palpitar al hacerse plano, a través de cartas, que no llegaban nunca a ningún lugar. Quise fijar mi residencia en la luna, no pude resistir los alquileres pero aún así permanecí... y finalmente me desalojaron; (también escuché el rumor de que varios vecinos fueron acosados por fantasmas y me sentí culpable).
Ausculté al silencio, sentí un latir en clave morbosa. Con esos datos pensé que llegaría a trazar un mapa detallado del camino minado. Lo intenté. Error: descubrí que el problema de querer saber por anticipado dónde están las minas hace que las minas estallen... antes de que puedas apenas idear una clasificación.
Erré lejos, estallado de varias maneras, con los oídos tapados, pensando que los fantasmas habían aprendido clave morse para que no pueda despegar nunca más ni siquiera mis ojos de su lunático ulular. 

Si estoy con alguien estoy bien... siempre que no sea por un tiempo prolongado. Si se demoran los lapsos me empieza a salir urticaria, el vientre se me ensancha -probablemente cierta clase de embarazo psicológico recurrente-, y comienzo a pensar que me transformaré pronto en fantasma, transparente, sin forma, y acto seguido se desfondan los planes que apenas hubiese empezado a trenzar. Hago desplantes y me implanto plazos... aplazados. Planeo sentencias. Justifico mis medios por un final, que al menos termine la transparencia abismal en que (no) puedo verme.
Me veo entrelíneas... cuando escribo.

me acurruco, me retuerzo el estómago de escuerzo
paso a modalidad coraza
me lleno de nada 

Comprendo que hay alguien del otro lado. Y no creo
que pueda ayudarme
a enderazar el tiempo de este laberinto cardional.

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